Mi amiga que intenta estudiar derechos humanos y migración

La semana pasada, nuestro amigo Victor Hugo Becerra de la Fundación Naumann para la Libertad nos invitó como movimiento a dar una plática sobre libertad de expresión desde la perspectiva libertaria en el ITESM CCM. Fue una experiencia interesante que en realidad se trataba de una mesa de debate, en la cual se habían encargado de invitar posturas antagónicas. Después de que Hugo González y yo expusimos el acercamiento de Derechos Humanos (DDHH) como Derechos de Propiedad (DDP), nos encontramos frente a la postura de una doctora en derecho que nos sorprendió a ambos: un argumento marxista que facilmente se desviaba del tema en cuestión, y que estaba lleno de lugares comunes como “lo que se necesita entonces es garantizar el derecho a la alimentación y la salud” o “el Estado somos todos”, de ese tipo de discurso sin distinción entre necesidad o interés y derecho.

Pero hoy no quiero hablar de por qué, desde mi libertarismo deontológico como lo llaman algunos, los DDHH sólo pueden tener sentido como DDP, ni explicar cómo los mercados menos intervenidos y la competencia resultan en un aumento en el numero de oferentes de servicios y en la calidad de los bienes necesarios para satisfacer nuestras necesidades biológicas o morales: más manzanas para comer y ejercer nuestro “derecho a la alimentación”, más medios y herramientas para ejercer el “derecho a libertad de expresión”, mejores contenidos que pueda hacer efectivo el “derecho a la información”. Entre comillas ya que como explica Murray Rothbard todos estos llamados “derechos” son en realidad el ejercicio del derecho de propiedad sobre las cosas -bienes escasos- que todos buscamos y valoramos en mayor o menor medida para ejercer nuestras libertades.

Esta entrada cuenta con una protagonista invitada: mi amiga Alejandra que intenta estudiar DDHH y migración. Su historia me permite ejemplificar por qué los DDP son fundamentales en la definición de los DDHH y permiten identificar sitemas injustos que violan sistematicamente los derechos de individuos, como mi amiga.

Ya que por el momento no explicaré  a profunidad el enfoque de DDHH como DDP, es prudente aterrizar el marco en el caso concreto de la migración. Esto es muy sencillo:

  1. se reconoce la propiedad del individuo sobre si mismo -self ownership-;
  2. se reconoce la libertad del individuo para intentar desplazarse dentro de un límite legítimo -una esfera privada y social donde no se ejerce agresión contra la propiedad de otros-

¿Que si los libertarios queremos un mundo sin fronteras? pues pregúntenle a los agoristas … lo que este reconocimiento a la libertad del individuo significa en última instancia, es que hay que tener mucho cuidado en ese limite legítimo. Actualmente intereses y discursos definen políticas migratorias nacionales o de nivel local que apliquen para todos por igual, apelando a la legitimidad de sus cargos democráticos. Me recuerda una cita de Manuel Ayau que vi en el campus de la UFM sobre como se olvidaba que el comercio internacional lo hacían individuos y no naciones. Regresando al punto, la prespectiva del respeto a la propiedad privada y a la libertad individual ofrece como única limitación legítima  a la voluntad de aquel que quiere migrar,  la voluntad de otros individuos, y  no de gobiernos, para permitir o no que un migrante utilize o adquiera bienes y servicios de su parte.

Pero ¿por qué mi amiga no estudia DDHH y migración? ¿por qué lo dice que lo intenta en lugar de hacerlo? Podría tratase de alguna chaira exigiendo el “derecho a la educación”, quejandose ante el mundo de como las mediocres instituciones de educación superior pública en México la obligan a buscar programas de posgrado calidad en el extranjero. Es más, podría reclamar que las malditas universidades europeas le hacen todo más dificl, y que es imposible ser aceptado a dichos programas. Además, ¡el frio! ¡la escuela!, quien va a pagar por la ropa, libros y colegiatura: uno no puede ejercer su derecho a la educación si no te puedes concentrar 100% a estudiar. Podría ser, pero como dije, es mi amiga.

Entonces  ¿que le impide irse?, como la respuesta a muchas otras cosas desde la perspectiva libertaria: la culpa la tiene el gobierno; en este ocasión el del país receptor, aunque bien hay casos donde el derecho lo viola el país de origen -aunque digan que hacen reformas-. A ver si encuentran el absurdo en la historia:

  • Alejandra, libremente, se acercó a la universidad de Essex para demandar -como la hace la demanda económica-  un servicio educativo, paradógicamente un posgrado en DDHH. La universidad, libremente, accedió ser el proveedor de dichos servicios,
  • Alejandra también expresa su preferencia sobre contar con un servico de hospedaje con individuos que ofrecen el servicios de renta y alocación. Como es de esperarse en individuos racionales motivados por la ganancia económica, no sólo consiguió una casa, también juntó un grupo de individuos con quién compartir la renta,
  • Haciendo uso de sus recursos -limitados, como todos-, acudió a instituciones y personas que libremente le ayudan y prestan para aumentar su nivel de ahorro y poder solventar sus gastos,
  • Alejandra es un individuo que trabaja por sus metas, que no le demanda nada a nadie, y que estableció de manera justa los acuerdos necesarios con individuos libres para lograr su fin,
  • Alejandra cumplió años ayer y cenamos en el Centro de la Cd. de México. Su semestre comenzó hace casi un mes.

Me parece que no hay mucho más que explicar. Por tal o cual razón relacionada con las intimidades del red tape migratorio del Consulado Británico, le han dado negativas y largas a la visa de Alejandra. Aquí es cuando hacen todos el zoom out y visualizan en Bogotá al funcionario con el sello en mano. Un día caluroso, mucho tráfico, una pelea con la esposa, y otra infinidad de incentivos y circunstancias que ahora moldean las preferencias de Don Burócrata para otorgarle la visa o no a mi amiga.

¿Quién le pregunto? creo que si fuera por la universidad, el propietario de la casa, los comerciantes dispuestos a venderle otros bienes y servicios, los roomies, su novio y toda la Liga Libertaria de Essex, su trabajo y toda la intromisión del gobierno en esto no tienen ninguna justificación ni razón de ser. Allí una muestra de el problema de cuando se decide que es bueno o malo para la sociedad desde arriba, en este caso, mientras los individuos de la comunidad de Essex parecen considerar conveniente la estancia de Alejandra, un agente gubernamental decidió -por que lo dejamos decidir- que no cumplía tal o cual requisito. Eso sí, no se les olvide que las leyes están allí para garantizar el bienestar de los mismos individuos cuyos asuntos interviene. Quizá en realidad Alejandra sea un peligro para la corona, el tejido social , la economía, o que se yo. Sigue siendo más probable que esto sea otra vulneración absurda de derechos humanos que nadie parece notar.

#menosgobierno

Esteban

Minarquista de Mercado. Politólogo e Internacionalista por el CIDE, Ma. en Economía Política por King´s College London. Moderado entre los radicales y radical entre los moderados. Interés en filosofía moral y política, historia de las ideas, y análisis institucional. Yo también estuve allí cuando nació el MLM. @menosgobierno

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1 respuesta

  1. 2013/01/24

    […] Una verdadera reforma migratoria que respete la libertad e igualdad de todos los seres humanos diría sobre las vías del respeto absoluto a la libertad de contrato. Tendría, entre otras cosas, que comprometerse a permitir flujos de información sobre oferta y demanda de servicios – flujos muy eficientes aunque mejorables cuando se dan en círculos informales como en el caso de la migración latina en EEUU – y dejar de lado la presión de los grupos laborales que se verían afectados por el intercambio pacífico entre los individuos. Lo demás son arreglos injustos, maquillados de apertura e inclusión, ¿se acuerdan de mi amiga? […]

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