En defensa del Movimiento Libertario de México

Cuando alguien se presente frente a usted como un “libertario minarquista centrista pragmático” desconfíe de inmediato, puede tratarse de un socialdemócrata o marxista cultural que va de liberal, quizá porque, a pesar de sus efuerzos, no ha terminado de entender la doctrina filosófica y política del liberalismo o ya sea porque de economía entiende muy poco. El proceso de aprendizaje es largo y constante, de manera que algunos  huecos en el conocimiento pueden entenderse como parte una mente que está en formación. Es lamentable, por otro lado, cuando las personas, abusando de la arrogancia inmanente a ellas o que han adquirido solo por tener varios años en su haber, como si la edad fuera un mérito en sí mismo, se proclaman a sí mismas como los abanderados de cierta ideología que dicen conocer a la perfección cuando en realidad adolecen de tremendos abismos teóricos.

 

Todo liberal que se precie de serlo pone énfasis en aspectos tales como la libertad individual, la libertad económica, los derechos de propiedad y está en contra de la coacción. Si el hombre nace libre por el simple hecho de ser hombre, entonces las acciones que lo perjudican en su propiedad, entendida no solo como sus posesiones sino también como su vida, deben ser repudiadas. Si el hombre es una criatura sujeta derecho es porque ha sido dotado de razón y puede realizar contratos, que a su vez son la base de la conviviencia pacífica. Por último, las creencias y las actitudes individuales, o mejor dicho la moralidad, no deben ser censuradas, ni siquiera si se trata de hacerlo en aras de un supuesto bien social o la igualdad impuesta. Un verdadero liberal acepta y entendiende que todo individuo tiene derecho a disentir y a profesar sus creencias en tanto no inicie el uso de la fuerza contra una tercera persona. Si se entiende esto podemos llamarnos liberales, si quieremos renegar de alguno de estos puntos es mejor la honestidad intelectual y aceptar que, después de todo, somos incompatibles con la doctrina liberal.

 

Lo que hasta aquí se ha dicho no es más que un prólogo a modo de denfensa a una crítica que se le ha hecho tanto al Movimiento Libertario de México como a mi persona, lamentablemente no en base a argumentos sólidos sino a ataques ad hominen a los que ni siquiera se les puede aplaudir el ingenio. Zurdo Duenez, administrador del blog La Voz Libertaria de Tijuana, que previamente había estado en los grupos de discusión del MLM, dice:

Los conservadores sociales siempre han sido conocidos de acusar aquellos de la izquierda de ellos de ser socialista […] Los paleoconservadores son los que tienen una mezcla de puntos de vista conservadores y libertarios. Algunos en México son guadalupanos. Ellos demonizar (sic) a la izquierda pero no la derecha. Como los conservadores autoritarios, ellos acusan a los libertarios liberales centristas como Eduardo Ruiz-Healy, Sergio Sarmiento, Jorge Castañeda y yo (sic) de ser simpatizantes de la izquierda y “socialdemócratas”.

Primero es necesario aclarar que muchos liberales y no solo los llamados conservadores sociales han usado el término socialista de manera poco afortunada, si es que se entiende dicha ideología desde la definición clásica y marxista. Huerta de Soto, en cambio, hablaría del socialismo como todo sistema de agresión en contra de la acción empresarial y no necesariamente aquel que pretende abolir toda la propiedad privada de los medios de producción.

 

El acusar a alguien de ser un socialdemócrata (y yo añadiría un marxista cultural) no es algo arbitrario, sino que está en función de las posiciones sociales de dicha persona. Un verdadero liberal está en contra de la discriminación positiva, por ejemplo, de manera que tiene el deber ético de oponerse a medidas que pretenden beneficiar a un grupo. Esto es por el simple hecho de que no son los grupos ni las colectividades los que tienen derechos, sino los individuos. Más adelante se verá por qué hago esta precisión. Por el momento basta decir que el argumento de Duenez se derrumba por el peso de sus propias acusaciones. Usemos su mismo lenguaje desafortunado: él, como los seudoliberales autoritarios, tacha de paleoconservador a todo aquel que no comparta su visión moral. La moral, eso debe tenerlo muy en claro todo liberal, es distinta de la ética. Esta última nos define como liberales, la segunda se encuentra en el terreno de lo personal. No hay nada más antiliberal que decirle a  una persona cómo pensar y qué creer.

Eso, lamentablemente, es el caso con la gran mayoría de los participantes y activistas en el Movimiento “Libertario” de México (MLM). Por eso la organización debería ser llamado en lugar, “Movimiento Paleoconservador de México” o “Movimiento de la Derecha Libertaria.” El liderazgo expulsa a los libertarios liberales centristas de la organización que cuestionar (sic) su sesgo conservador.

La libertad de expresión es un valor que todos los liberales defienden. Sin embargo, desde la perspectiva de los derechos de propiedad resulta un disparate pensar que el dueño de una casa debe ser forzado a admitir a cualquiera en su sala, independientemente de si el intruso lo agravia. Así como un liberal no tiene cabida en un partido comunista (y los camaradas no tienen la obligación de soportar al capitalista en sus oficinas), es natural que se expulse a quienes se dedican a difamar y a insultar a los miembros de una agrupación.

 

Hasta aquí se acaba la argumentación de Duenez. Lo que sigue no son más que insultos y rabietas.

 

No se trata de abogar por el más estricto purismo. Las teorías antigradualistas son tan perfectas como inútiles en tanto exaltan la apatía de los libertarios más duros que ante las amenazas del colectivismo prefieren quedarse en sus casas o discutiendo en los cafés con tal de no participar del proceso político, porque, claro, un libertario impoluto no legitima al Estado incluso si el socialismo más recalcitrante se cierne sobre la sociedad. No obstante, existen concesiones que el liberalismo no puede hacer en aras de una visión pragmática. ¿Qué tanto podemos descafeinar nuestra ideología con tal de hacerla atractiva y aplicable? Y en ese sentido, ¿cuántos postulados de nuestra filosofía es posible y hasta deseable abandonar o por lo menos dejar en stand by y seguir llamándonos auténticos liberales, inscritos en una corriente determinada, ya sea el minarquismo o el más puro voluntarismo?

 

El supuesto libertarismo liberal minarquista centrista pragmático[4] de Duenez es en realidad antiliberal en tanto:

  1.  Pretende obligar a los individuos a abrazar su propia moral, que él considera la única válida y que, desde la más profunda ignorancia, confunde con la ética. Es absurdo pensar que hay algo de libertario en el querer imponer a una persona determinadas acciones. Todo individuo es libre de juntarse con quien quiera o de aislarse. El racista tiene todo el derecho de no fraternizar con gente de otras razas. El empresario, como propietario, tiene el derecho de no permitir el acceso a quien no considere deseable por las razones que sean (raza, religión, sexo, talla de pantalón, etc.). El conservador tiene todo el derecho de criticar las adopciones de parejas del mismo sexo y de exaltar a la familia tradicional. El seudoliberal tiene derecho a llamar paleoconservador a quien no esté de acuerdo con él.
  2.  Tacha de antiliberal a todo aquel que esté en contra del aborto. Cualquier liberal consecuente, conocedor de la teoría, sabe que este es uno de los asuntos que no definen per se al libertario, ya que no es un debate resuelto. La posición rothbardiana establece que, en términos éticos, el feto es un invasor en la propiedad de la madre (su cuerpo) y por lo tanto ella tiene el derecho a abortarlo. La posición contraria es que usar la fuerza contra un ser indefenso es profundamente antiliberal.Tan solo cito un par de artículos sobre el tema: El liberalismo contra el derecho al aborto: una argumentación liberal pro-vida, por Albert Esplugas; y el debate Valín-Esplugas (libertarios anarcocapitalistas consecuentes) sobre obligaciones positivas.
  3. Considera que no se puede ser liberal y al mismo tiempo estar en contra de los derechos animales. Como ya se estableció, el hombre está dotado de razón y puede acatar leyes y firmar contratos. No así un animal. ¿Cómo se puede resolver este problema desde el punto de vista liberal? ¿Habrá que crear leyes para monos, para delfines y para toros?
  4. “Los libertarios minarquistas centristas pragmáticos mantienen la postura que la única función del gobierno debería ser de prestar esos bienes y servicios esenciales que el sector privado no puede prestar por un costo razonable”. ¿Cuáles son esos? ¿En base a qué teoría económica hacen tal aseveración los supuestos libertarios centristas? ¿No será en base a la teoría que afirma que los mercados son ineficientes? ¿No se le antoja incluir el welfare? Habría que leer más a los austriacos y a los autores de la Public Choice.
  5. “Los libertarios minarquistas centristas pragmáticos proponen […] reglamentos industriales solo para disuadir y penalizar […] la contaminación ambiental”. ¿Impuestos pigouvianos? Le recomiendo leer El problema del costo social de Ronald Coase. La gran lección que nos da este economista es que las externalidades pueden ser solucionadas con mayor eficiencia mediante la internalización de costos y no a través de impuestos verdes. El resto de la solución pasa por establecer derechos de propiedad.
  6. Afirma que “[a]lgunos paleoconservadores también son antimigrante, anti tratado de libre comercio”. Esto es una tergiversación absurda, ya que Duenez no ha comprendido que el argumento liberal para estar en cotnra de los tratados de libre comercio responde a que un país no necesita de leyes o regulaciones para tener un comercio libre. Esta libertad, además, supone la unilateralidad. Por otro lado, un liberal antimulticulturalista estará en contra del estado de bienestar en tanto este incentiva el desempleo y los grandes flujos migratorios. En los Estados europeos el problema de la inmigración recae en que los gobiernos subsidian a los recién llegados, de manera que al ser mantenidos no tienen incentivos para buscar empleo ni para contribuir a la sociedad. Esto, por supuesto, afecta a los contribuyentes y a los trabajadores que se ven despojados de sus ingresos para mantener el welfare. Resulta peor cuando se tienen políticas intervencionistas que importan deliberadamente a gente de otros países. La asimilación forzada, como la promueven los marxistas culturales, muchos de los cuales están infiltrados en las filas del liberalismo, es perniciosa. Si se eliminan estos incentivos perversos, cualquier liberal estará a favor del libre flujo de personas.

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1 respuesta

  1. Hugo dice:

    Algunos Rothbardianos tenemos muchas reservas con el aborto. Realmente es uno de los temas espinosos del libertarismo. Me parece que la conclusión apropiada ha sido sacada ya por Walter Block con su teoría de Evictionism: https://en.wikipedia.org/wiki/Evictionism

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