Individuo, Homosexual y Libertario.

Con una dedicatoria especial a mis amigos homosexuales y defensores de la libertad Andrés Segovia y Celso Huerta.

 

En las últimas décadas la lucha por el reconocimiento de los derechos de las minorías sexuales ha dado frutos; en varios países del mundo, desde Argentina, hasta España, se ha aprobado el matrimonio entre parejas del mismo sexo y la reasignación de identidad. El camino para lograr dichas pequeñas libertades ha sido largo, no han estado ausentes tropiezos importantes que van desde el conservadurismo duro hasta el retroceso que significó la epidemia del SIDA para que la sociedad aceptara e integrara a los individuos LGBT.  Es curioso que la socialdemocracia haya levantado la bandera de las libertades sociales, cuando ha sido incapaz de comprender la libertad y  defenderla integralmente; pugnar por la propiedad sobre uno mismo, mientras se invalida la legitimidad del individuo de apropiarse del mundo exterior (justificando la redistribución del ingreso y el expolio), es un contradicción ridícula.

Es común que las izquierdas, sobre todo la socialdemócrata, hablen de la defensa de los derechos de las minorías sexuales, de las mujeres, de los indígenas y de toda minoría o grupo vulnerable de la sociedad; el libertarismo en cambio, da un trato igualitario a todos los seres humanos y pugna por los derechos de una minoría: el individuo. La visión libertaria deja de lado la preferencia sexual, la etnia o el género, para nosotros el hecho relevante, el que hace sujeto de derechos a la comunidad LGBT, es que somos humanos. Aceptar la creación de leyes que nos dotan de derechos especiales (que no merecen el trato de derecho, ciertamente) me parece francamente insultante. Yo no busco ser un ciudadano especial porque no soy un fenómeno, ni un inútil, soy alguien tan humano como cualquier persona, merezco los mismos derechos, ni más ni menos. El libertarismo se basa en tres axiomas fundamentales: Propiedad privada, no agresión y libre mercado.

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El libertarismo rechaza la agresión de la que hemos sido víctimas, como rechaza cualquier agresión contra la vida y la propiedad de todos; sin embargo, no admite que se prohíban y castiguen las formas de pensar adversas a nuestro estilo de vida. La libertad de expresión es total, de tal suerte que prohibir a los conservadores o a los homofóbicos pensar y pronunciar sus erradas, retrógradas y repugnantes ideas, equivale a prohibirnos a nosotros mismos la libertad de ser como nos venga en gana. Mientras el pensamiento anti-LGBT no degenere en violencia no hay motivo alguno para usar la coerción del Estado, que está ahí para defendernos de las agresiones físicas y sólo eso, más, no es legítimo. Ante dichas ideas podemos reaccionar mostrando repulsión por ellas y convenciendo a la sociedad de que se encuentran equivocadas. El principio de no-agresión aplica para toda la sociedad; no sólo en nuestro favor.

Como individuo homosexual y libertario, considero que el libertarismo es la mejor corriente del pensamiento filosófico, social y económico para reivindicar la causa de las minorías sexuales. No nos dota de derechos inmerecidos dándonos el trato de víctimas, proclama en cambio, que somos individuos dueños de sí mismos, capaces de decidir sobre su cuerpo, su vida y su propiedad. La defensa de nuestros derechos, bajo ideales libertarios,  no nos convierte en cómplices de crímenes como el robo bajo el argumento falso del “bien común” o la justicia social, como si lo hace la socialdemocracia. Yo exijo los derechos que son propios de un ser humano, el derecho de casarme con quien yo desee, de vivir como yo desee, siempre y cuando no afecte a terceros. En un mundo libertario nadie debe pedirle permiso al Estado o a un grupo de yunquistas radicales para disponer del cuerpo, para transformarlo, para usarlo de la manera que corresponde a cada uno determinar.

La mayor ridiculización y discriminación en nuestra contra, la llevan a cabo aquellas personas que buscan someter nuestros derechos al voto popular (como AMLO), o a la opinión de un grupo de inútiles y vividores senadores de moral cuestionable, que curiosamente, se sienten con derecho a dictar leyes que por la fuerza impongan códigos morales a todos los ciudadanos.

Ésta es una invitación abierta a todos los individuos, de la preferencia sexual que sea, que aman su vida y la libertad de decidir sobre ella a unirse a la lucha por una sociedad de seres humanos libres.

Ángel Corro

Ex-comunista, futuro filósofo, miembro fundador del Movimiento Libertario de México, coordinador de redes sociales en el MLM, activista individualista por los derechos de las minorías LGBT. Rothbardeano con gusto por Ayn Rand.

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3 Respuestas

  1. para entender como se han implantado las politicas liberales en el mundo te dejo un video muy interesante http://www.youtube.com/watch?v=s8RAiqSdvus

  2. Juan José González F. dice:

    ¿Liberal y homosexual? me parece super! pero algo no me cuadra en tu definición, sobre todo si incorporamos los aspectos del estado: liberalismo.org/articulo/114/53/idea/matrimonio/homosexual/producto/razonamiento/

  3. Wendy dice:

    no tiene sentido eso los homosexuales mas que nada son individuos y en el libertarianismo la gente no vale por su orientacion, raza u otra cosa si no que su valor se define por el y su propio valor individual

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