Más respuestas al comunista que todos tenemos cerca

I. El contexto de este post:

Esta es una continuación del post “El comunista que todos tenemos cerca” de Esteban (@menosgobierno). He aquí una síntesis del contexto que derivó el post original:

Un seguidor de la fanpage en Facebook del MLM y un amigo comunista tuvieron un intercambio de ideas y argumentos. El intercambio llegó a un impasse tras un texto que el amigo comunista elaboró como argumento. Sin embargo, el seguidor envió el texto al MLM para que aquí se opinara sobre él. Esteban comenta los primeros tres puntos en el post mencionado al comienzo e invita a que comentemos al respecto cuando pregunta:

¿Que otras fallas encuentran en el argumento? ¿En que podemos y en que no podemos estar de acuerdo con estos clásicos argumentos de los comunistas? ¿Que sugerencias le darían a nuestro lector para manejar la retórica comunista?

 

II. Algunas notas:

Este post es mi comentario o respuesta al punto (4) y (5) del amigo comunista. Advierto que es un post extenso. Ello se debe principalmente a que los puntos o supuestos argumentos del amigo comunista vienen en “paquetes”. ¿A qué me refiero con eso? Me refiero a que cada punto es una colección de percepciones y creencias hilvanadas en forma de párrafos breves (que varían entre 36 y 214 palabras de extensión). Esteban, @mentecerrada, los define muy bien al denominarlos una “letanía bastante genérica”. Y es que si nos tomamos en serio estos “argumentos” hay que responderlos desmenuzándolos, es decir, deshilvanando la letanía. Para mí esa es la razón de que el intercambio entre el seguidor del MLM y el amigo comunista llegara a un impasse (sobre todo por parte del seguidor).

Los argumentos no se construyen de la forma en que nuestro comunista lo hace (aunque muchos lo hagan y a veces también nosotros pequemos de lo mismo).  Es un truco retórico disparar un paquete de múltiples ideas que consisten principalmente en conclusiones sin premisas (por ello, estrictamente hablando, no es un argumento). Refutar este tipo de paquete de ideas consume más tiempo y esfuerzo del que se pretende emplear en una discusión determinada. Además es tedioso. También implica manejar una cantidad de información que es posible no tengamos al alcance o no podamos recordar con la precisión que nos gustaría. Un impasse ante una letanía como esta no es una derrota en la discusión, aunque así lo pretenda el oponente. Mi sugerencia ante un “paquete de ideas” es denunciar su uso e identificar ciertas falacias que se pretenden cometer impunemente con ayuda de estos paquetes. Un ejemplo de ellas es la “carga de la prueba“. Nuestro amigo comunista no ofrece ninguna prueba de las conclusiones de su letanía y eso implica que quienes no estamos de acuerdo con su “paquete de ideas” somos los que debemos demostrar que no es así. No me parece que el “comunista enmascarado” ejecute este truco retórico intencionalmente, quizá sólo repite los mismos “bromuros” u observaciones triviales en la misma forma en la que a él se los han repetido y señalado, siendo simplemente una interpretación sin un análisis contrastante de por medio. No siempre hay una mala intención en cometer este tipo de trampa o error por parte de nuestro interlocutor, depende también del proceso de aprendizaje en el que se encuentre (si acaso todavía continúa en uno). Pero lo que si es importante es que nosotros aprendamos a lidiar con esto en una discusión. Yo estoy aprendiendo.

Advertido lo anterior, va mi comentario al punto (4) del amigo comunista.

Ah, pero antes una pregunta, ¿por qué hacerlo? ¿por qué tomarse la molestia de responder a la letanía?

Porque de lo contrario sospecho que alguien (en especial el propio comunista) podría pensar que en efecto los puntos son irrebatibles cuando en realidad no lo son. Además este post podría serle útil a alguien que no conozco o motivar algo más.

 

III. Comentario/Respuesta al punto (4)

Cito íntegramente el punto (4) del comunista enmascarado:

(4) “Es en el socialismo donde se producen cosas distintas, porque se produce para satisfacer necesidades no para obtener ganancias. En el capitalismo es precisamente donde se producen las mismas cosas, por ejemplo hay miles de pastillas de todos tamaños y colores para aliviar una sola enfermedad, ¡una sola! -de echo no lo alivia, simplemente calma el dolor ya que como en el capitalismo se produce para ganar dinero, fabrican pastillas para que sigas enfermo y regreses a comprar más y más pastillas, todo un circulo vicioso-. Por eso en el capitalismo nunca se encontrará la cura del cáncer porque para las industrias farmacéuticas es mejor vender tratamientos para el cáncer -que no te curarían- que venderte un producto que te quite para siempre el cáncer, pues eso no es negocio. o miles de marcas que te venden el mismo aparato eléctrico, o el mismo alimento. muchas cosas para la misma necesidad. de qué cosas distintas estás hablando?”

 

Una entrevista con diversos habitantes de la vieja Alemania Oriental, o bien de la actual Corea del Norte, Cuba o Venezuela podría ofrecernos testimonios ilustrativos en contra o a favor de este argumento. Aunque sospecho que nuestro amigo comunista se defendería alegando que los testimonios (en especial los que contradicen su “argumento”) son fáciles de falsear o se pueden comprar, e incluso podría añadir que el “capitalismo” también es un experto en corromper conciencias. Es una suposición mía que respondiera de esa forma, pero si fuera así él tendría razón en algo: los testimonios no son una prueba infalible, no podemos considerarlos evidencia contundente porque la gente miente e incluso construye memorias. Sin embargo, estoy seguro que sería de gran utilidad escuchar la experiencia de diversas personas en relación a la “abundancia” de cosas y sobre la “satisfacción” de sus necesidades cuando no existe ninguna ganancia.

Corea del Norte, Cuba o Venezuela (o en su momento la vieja Alemania Oriental) no se caracterizan por ser productores de cosas distintas y como veremos después, la “necesidad” no es la principal o única causa de la diversidad. En el caso de Cuba, por ejemplo, allí no se tiene más que lo necesario, si acaso se puede tener apenas lo necesario. Así que el punto del comunista anónimo comienza un poquito desorientado. Obtener una ganancia es el incentivo que impulsa la innovación y emprender es precisamente aceptar un riesgo, mientras más riesgo se emprenda mayor ganancia se espera. Aclaro algo importante: la ganancia no viene exclusivamente en forma de dinero (aunque sea lo más común)  pues la reputación que genera ganar en una competencia entre pares a veces es suficiente incentivo para las mentes creativas. La simple “necesidad” no explica la diversidad.

Nuestro comunista afirma: “En el capitalismo es precisamente donde se producen las mismas cosas…” Si, hay cierta verdad en esta afirmación, pero en un sistema “capitalista” (al menos como lo entendemos los libertarios) es poco probable que se produzcan cosas exactamente iguales o exclusivamente las mismas cosas. Cuando el mercado es libre, e incluso en los mercados moderadamente libres, se producen más cosas que allí donde el mercado se encuentra restringido por las políticas socialistas o la intervención del Estado. Es cierto, dentro de las cosas disponibles en un mercado libre es posible encontrar productos que varían muy poco entre sí. Esto es curioso porque en la naturaleza sucede lo mismo. Si en la naturaleza no existiera ninguna variación, por pequeña, insignificante o imperceptible que fuera, no podría haber selección y el proceso de evolución sería muy distinto al que hoy comprendemos. De forma similar, los diferentes productos que existen en el mercado compiten entre sí aunque varíen ligeramente. El comunista usa el ejemplo de las pastillas. Es verdad, tenemos diversas pastillas para la misma cosa. Por ejemplo, existen diversas pastillas para minimizar los efectos de una gripe. Sin embargo, algunas de ellas contienen una sola sustancia activa; otras contienen una mezcla de varias sustancias activas; algunas provocan sueño, otras no; unas son pequeñitas y otras más grandes y difíciles de tragar. Además no sólo encontramos pastillas para aliviar los síntomas de la gripe. También hay cápsulas, grageas y jarabes que sirven para lo mismo. Si, para lo mismo. Repito: sin variación, por mínima que sea, no puede haber selección. En estas condiciones el consumidor es quien decide qué tipo de pastillas o presentación de antigripal desea comprar. Algunos le sirven, otros no. Ciertas presentaciones simplemente le gustan más y las prefiere sobre el resto. Hay otra cosa que es verdad dentro de lo que afirma el comunista: existen pastillitas que sólo producen un efecto placebo, no curan nada.

En el mercado existen pastillitas que científicamente no tienen ningún efecto significativo más allá del placebo. Es el caso de la mayoría de los productos homeopáticos. La homeopatía se aprovecha de la mala imagen pública y de las acusaciones que se han hecho a las grandes empresas farmacéuticas. De las empresas farmacéuticas se dice popularmente que se benefician lucrando con la enfermedad. Nuestro amigo comunista parece ser un creyente de esto cuando afirma: “para las industrias farmacéuticas es mejor vender tratamientos (…)que no te [curen]”. Sin embargo, un análisis objetivo también haría notar que sin el dinero y todos los recursos que las farmacéuticas invierten en investigación muchas de las “simples” pastillitas que hoy nos devuelven la salud o nos ayudan a hacer más soportable la enfermedad ni siquiera existirían.

Aquí quiero hacer notar que el tema de la conspiración de las farmacéuticas es una de las ideas dentro del “paquete” del amiguito comunista. Es un tema tan complejo y amplio que también puedo asegurar que se trata de una falacia del “hombre de paja”. Lo anterior implica que al tratar de refutarlo caigamos en una explicación demasiado extensa y detallada y nos desviemos del tema central, a saber:  argumentos en pro de un “sistema comunista” versus un “sistema capitalista”. Distraer es una de las consecuencias de la falacia del “hombre de paja”. Pero además, si no enfrentamos el “hombre de paja” parecerá que la falacia es un argumento que no somos capaces de refutar o, en este caso concreto, que somos negligentes con el tema de la salud. Por esa razón, advirtiendo ya que se trata de un “hombre de paja”, voy a tratar de sacudirlo aunque sea de manera breve y general.

Empezaré por aceptar que no puedo defender a las farmacéuticas pues no poseo la información suficiente de todas sus actividades. Así que daré por bueno el señalamiento de nuestro amigo comunista: las farmacéuticas podrían no ser honestas. Lo haré porque esto no es inverosímil, es probable que muchas de ellas se beneficien de la intervención del Estado o de órganos reguladores como la Organización Mundial de la Salud (OMS). Como ejemplo de ello traigo a la discusión el caso de la alarma exagerada que emitieran las autoridades de la OMS con respecto a la gripe aviar en el 2009. Honestamente, desconozco todos los detalles. Pero sé que en su momento hubo acusaciones de que algunas autoridades de la OMS figuraban también en la nómina de ciertos laboratorios farmacéuticos. Dichas acusaciones explicaban que emitir la alarma tuvo como consecuencia que aumentaran las ventas de inhibidores de la neuraminidasa como el oseltamivir distribuido por los laboratorios Roche bajo el nombre de Tamiflu. No es mi intención aquí desmentir o confirmar tales acusaciones y rumores alrededor del caso porque no le dí seguimiento y no tengo la información suficiente (si te interesa indaga por tu cuenta) . Para el fin de este texto, yo sólo te invito a suponer el peor escenario: supongamos que estas acusaciones fueron ciertas.

Si lo anterior fue verdad, las farmacéuticas habrían cometido lo que conocemos como “crony capitalism” o “capitalismo de cuates” y también lo que se conoce como “actividad de lobby” o “cabildeo”.

El “crony capitalism” es un término que describe una economía donde el éxito en los negocios depende de los contactos y las relaciones que existen entre los empresarios y los funcionarios del gobierno. El cabildeo consiste en tratar de influir en las decisiones de los funcionarios públicos o de órganos centralizados que se encargan de gestionar políticas, como por ejemplo la OMS.

La OMS tiene, entre sus funciones, la de mantener al día una lista modelo con los medicamentos esenciales que los sistemas de salud de todos los países miembros deben tener disponibles a precios asequibles para la población general. El señalamiento hecho por nuestro amigo comunista, cuando lo analizamos con mayor detalle, es en realidad un argumento a favor de nuestra postura libertaria.

¿Por qué?

El crony capitalism y el cabildeo son posibles donde el Estado o una institución pública centralizada intervienen en la economía o buscan regular públicamente aspectos privados como la salud. Estas prácticas no son posibles o tienen poco probabilidad de existir allí donde el Estado, o cualquier otra institución central, no intervienen en este tipo de asuntos. Estas practicas no tienen éxito allí donde existe libre mercado y por lo tanto competencia. Las consecuencias del crony capitalism y del cabildeo son opuestas al libre mercado pues favorecen a ciertas empresas y por lo tanto no permiten la competencia libre.

La OMS, con su pretensión de evitar que se lucre de manera engañosa con los medicamentos, puede (paradógicamente) facilitarlo. Los libertarios no estamos de acuerdo con esto porque entonces un grupo estaría favoreciendo a uno u otros grupos sin mérito alguno (excepto, claro, su capacidad para influir en el grupo que decide). Lo anterior pondría en desventaja a los individuos que con méritos genuinos pretendan competir en el mercado. Con mérito me refiero a aquellos individuos o grupos que, por ejemplo, surgieran con mejores productos o soluciones ante un problema. La solución de problemas es precisamente lo que constituye la siguiente parte del resto del punto (4) del comunista. Seguiré utilizando el mismo “hombre de paja” para responder esta parte.

El amigo comunista acusa al “capitalismo” de vivir de los problemas y no de las soluciones. Al menos así lo sugiere cuando afirma que jamás se encontrará la cura contra el cáncer en un sistema capitalista. ¿En serio? Este señalamiento es falso. Además, de ser verdadero tendríamos que reescribir la historia de la medicina. No, esto no es así. En donde hay libre mercado es precisamente donde los individuos tienen mayor libertad para ofrecer soluciones a un problema determinado sin que nadie se los impida. Donde hay libre mercado es poco probable o imposible, me atrevería a decir, que se viva de los problemas. Si el negocio de algunos se basa en mantener la existencia de una amenaza a la salud y a la vida, como es el cáncer, cualquier individuo o empresa que considere hacer lo contrario es una amenaza para ese grupo de poder.

La gran amenaza para los individuos, las empresas o las corporaciones malévolas que lucran de mantener los problemas es la COMPETENCIA. El mercado libre no sólo permite la competencia, la dinámica que genera el libre mercado la promueve. La competencia básicamente se basa en aprovechar al máximo nuestras habilidades y talentos pero también consiste en superar las debilidades o la ineptitud del competidor. Si un negocio se enriquece explotando o manteniendo un problema, imagínate las ganancias que obtendrán quienes decidan ofrecer una solución verdadera.

Es verdad que hoy existen muchos tipos de cáncer para los que no hay una cura pero es un argumento falaz asegurar que se debe a que los investigadores de las farmacéuticas o los científicos estén conspirando para que jamás se encuentren soluciones. Vamos, sólo hay que hacer memoria o revisar la historia de la medicina. Recordemos que muchos tipos de cáncer y enfermedades en general eran mortales en el pasado y sin embargo hoy existen tratamientos con un alto porcentaje de supervivencia en los pacientes a los que se les detecta a tiempo. Un ejemplo es el cáncer de seno o de próstata pero hay cientos de ejemplos.

Encontrar la cura contra varios tipos de cáncer o enfermedades como el SIDA requiere del esfuerzo de miles de investigadores y por supuesto de mucha inversión. Si tú inviertes tiempo, esfuerzo y dinero para encontrar la solución a un problema, o simplemente en adquirir mayor conocimiento en determinada área, tienes el derecho a recibir ganancias (cuando das en el clavo y logras una innovación útil) simplemente por haberte atrevido a correr el riesgo de invertir en ello. Sino logras nada habrás perdido tu dinero. Sin embargo, nuestro amiguito comunista rechaza el concepto de ganancia. Tal vez él espera que un día se encuentre, como por arte de magia-sin esfuerzo alguno, la cura a todo tipo de cáncer y entonces la cura sea proclamada un “derecho”. “Todos ganamos” -podría decir triunfante nuestro amiguito. “Todos a cosechar el beneficio del esfuerzo ajeno”. Cuando se pide que el fruto del esfuerzo ajeno sea un derecho para todos, se pide que el beneficio incluya a todos aquellos que como el amigo comunista no han invertido ni una pizca de su esfuerzo ni un céntimo de su dinero ni un segundo de su tiempo en encontrar la solución. “Todos” -dice el comunista- excepto aquellos que trabajaron duro para obtener un beneficio. El espejismo de la justicia social le impide a nuestro amigo comunista comprender el trabajo de los innovadores, de aquellos que con su esfuerzo, tiempo y dinero trabajan para encontrar soluciones y además acusa al mercado libre de vivir de los problemas. Claro, nuestro amiguito comunista está pensando en el Estado. El Estado si puede darse el lujo de no obtener ninguna ganancia, porque el Estado además rara vez produce riqueza, sólo la distribuye. Si el Estado pierde con alguna empresa, el costo lo pagamos todos quienes lo alimentamos con nuestros impuestos. Si un empresario corre un riesgo y pierde, sólo él paga, él es el único responsable (al menos que haga cabildeo y en complicidad con el Estado transfiera su responsabilidad privada al público).  Pero bueno, si el amiguito comunista piensa que la cura de estas enfermedades no es posible a través de las farmacéuticas privadas sino únicamente con la intervención del Estado, que trabaja impulsado por el “bien común” y no por la obtención de ganancias, entonces:

¿Por qué los países socialistas o con un estado benefactor tampoco han arrojado un resultado contundente o superior al de otros países con relación al cáncer? ¿Encontraron los médicos venezolanos al servicio del estado una cura contra el cáncer de Hugo Chávez? No. ¿Pudieron hacer lo mismo los médicos que intentaron hacer lo mismo en Cuba? No. Hay una creencia popular que señala que en Cuba la medicina está muy avanzada. Yo no dudo de la habilidad de los médicos cubanos, sin embargo hay que preguntar:  ¿Qué sistema tienen los países que más generan innovaciones médicas?

Para mí es evidente que el problema con esta “idea” dentro del paquete de ideas del comunista es que parte de la teoría de la conspiración. Lamentablemente las conspiraciones se han vuelto ya una explicación popular para tratar de entender porque muchas cosas que deseamos no son posibles. Cuando aquello que deseamos no es posible es muy fácil explicarlo culpando a algo, alguien, algunos o a todos por conspirar para impedirlo. La respuesta real es más simple. Algunas cosas no son posibles simplemente porque no tenemos los medios para hacerlas posibles aún. Y por esa razón no deberíamos empeorar el problema poniendo más obstáculos a quienes trabajan por encontrar soluciones y por esa razón yo digo sí al mercado libre.

Termino ya con este cuarto punto de la letanía del comunista. Hay que recordar que todo lo que existe hoy en el mercado ha sido creado o inventado por alguien más. El hecho de que haya una gran variedad de productos no es un defecto del mercado, por el contrario, es una de sus mejores características. Es cierto, hay cosas que podemos considerar como “innecesarias”, pero depende de nuestra definición de “necesidad”. Vuelvo a algo que escribí al comienzo del post: la necesidad no explica la diversidad.

El ejemplo más claro de lo anterior lo observamos con la diversidad de formas de vida que existen en la naturaleza, también llamada biodiversidad. Existen muchas formas de vida y dentro de ellas hay algunas que han evolucionado de manera independiente para responder de la misma forma a un problema. Volar por ejemplo ha sido solucionado de la misma forma por Aves y Murciélagos, aunque la evolución de sus “alas” haya seguido caminos diferentes. Y un ejemplo más específico de que la necesidad no explica la diversidad o la complejidad es el cerebro humano. Los seres humanos no necesitamos un cerebro tan complejo como el que actualmente poseemos. ¿Por qué? Porque si definimos como”necesario” aquello que nos permite ejecutar las acciones más básicas para sobrevivir el tiempo suficiente y reproducirnos entonces podemos concluir que nuestro “cerebro” es algo totalmente innecesario, un derroche de recursos, un lujo. De hecho hay interesantes perspectivas o hipótesis que consideran al cerebro como un ornamento sexual. Tomemos en cuenta que existen muchos animales capaces de sobrevivir y reproducirse con un cerebro más simple y pequeño , menos desarrollado. O que nuestros primos evolutivos, gorilas, orangutanes y chimpancés, no son tan pródigos en cuánto a la producción y la invención de herramientas,. La variedad de herramientas qe produce el ser humano, nuestros primos evolutivos no las necesitan: ellos son capaces de sobrevivir y reproducirse con un cerebro complejo pero que no supera el nuestro en capacidad creativa e invención. ¿Querrá nuestro amiguito comunista que vivamos como ellos? Suponiendo que debiéramos vivir únicamente con lo necesario ¿Qué sería lo “necesario” para cada uno de nosotros? o ¿qué, quién o quiénes lo definirían? ¿Podríamos definirlo cada uno de nosotros mismos o sólo los camaradas ideológicos del comunista administrando un Estado?

La austeridad de nuestro querido comunista que insiste en vivir con lo necesario quizá proviene de no estar muy consciente que nuestra propia “madre naturaleza” es una gran derrochadora. Lo repetiré con más propiedad: la naturaleza es indiferente al derroche. La naturaleza “pone” a prueba diferentes soluciones para resolver diversos problemas o para resolver un mismo problema. Sin variedad, sin opciones, viviríamos en un paisaje monótono y mediocre como la alacena de un cubano sometido a los límites de la cartilla de racionamiento. Sin la variedad natural quizá ni siquiera estaríamos aquí. Advierto, con esto no estoy haciendo aquí una apología al uso irracional de los recursos naturales ni algo parecido. Lo que que quiero señalar es que restringir nuestras opciones y someternos únicamente a lo que algunos consideran lo “necesario” es someternos y someter la innovación al estancamiento.

 

IV. Comentario/Respuesta al punto (5)

Va mi repuesta al quinto punto de la letanía de amigo comunista, lo cito íntegramente:

(5) “¿Cómo va a ser voluntario un sistema donde tu fuerza de trabajo se convierte en mercancía? donde ya no eres un ser humano, ahora llevas un precio. y no puedes reclamara un salario más justo porque si lo haces te corren ya que afuera hay un ejército de desempleados dispuestos a ocupar tu lugar por un pago más bajo. donde tienes que trabajar unas horas en el día y otras en la tarde porque no te alcanza para pagar la luz el agua el carro la comida, y así se te va el día y apenas y te alcanza para recuperar energías, para el siguiente día seguir con la misma rutina. Tú crees que eso es voluntario? es eso acaso libertad? eres preso del mercado, una víctima de esta maquinita devoradora de personas y del medio ambiente. Un ejemplo, En Indonesia las niñas de 15 años trabajan con un salario miserable en condiciones paupérrimas haciendo las zapatillas de nike. es eso libertad? lo mismo pasa con los que fabrican las partes de las computadoras de microsoft, en algún país de oriente o de áfrica. La única libertad que existe es para el patrón, no para el trabajador. En el socialismo la única libertad que es reprimida es la libertad de explotar a alguien”.

 

Empezaré por afirmar un hecho: ¡El trabajo es una mercancía! ¿Cuál es la queja del comunista? ¿No le gusta este hecho? Una mercancía es todo aquello que se puede vender o comprar. Te pongo un ejemplo: si alguien adquirió la habilidad para construir muebles de madera tú se la puedes comprar, pagas para usar dicha habilidad. Vamos a suponer que tú tienes una idea general sobre el diseño de un librero, porque tienes varios libros y tesis sobre Carlos Marx y necesitas más espacio para guardarlos y mostrárselos al amiguito comunista y sus camaradas a los que uno de estos días invitarás a tomar el té.  Tienes la idea para un nuevo librero, pero lamentablemente no tienes la habilidad de la carpintería. Necesitas la habilidad pero tampoco tienes el tiempo para adquirirla. ¿Por qué lo harías? Es una habilidad que no planeas usarla demasiado: sólo la necesitas para construir un librero. Adquirir la habilidad de la carpintería para construir sólo un librero resulta más caro (si sumas el tiempo, el dinero y el esfuerzo que necesitas para ello) que mandarlo a hacer con un carpintero. Así que tú compras la habilidad y el conocimiento de un carpintero y te ahorras el hecho de tener que adquirir la habilidad. Para ser más preciso con los términos tú “arriendas” la habilidad del carpintero.

Al carpintero no le importa en lo más mínimo tu librero ni tus libros y tesis de Carlos Marx, tampoco le importa un cacahuate tus futuras tertulias con los camaradas comunistas. Al carpintero lo que le interesa es tu dinero porque tu dinero es otra mercancía que él puede intercambiar por cosas que a él si le importan o necesita como alimento, vivienda o quizá algunos muebles que él mismo no puede construir.

El carpintero va a realizar un trabajo y esto representa una incomodidad pues necesita dedicarle tiempo y esfuerzo. Ocupar su tiempo en algo que es de interés ajeno y gastar su esfuerzo en ello es una incomodidad. Sin embargo, dicha incomodidad va a ser remunerada con una cantidad de dinero, es decir, va a recibir una comodidad. Lo mismo sucede contigo. Si tú pudieras hacer el librero lo harías y ahorrarías una cantidad de dinero pero como no puedes tú también pasas por una incomodidad: la de deshacerte de una cantidad de tu dinero a cambio de algo que necesitas, a cambio de una comodidad.

El trabajo es una mercancía, pero las personas no son una mercancía. El amigo comunista está confundido cuando asume que considerar el trabajo como mercancía equivale a considerar a las personas como mercancía también. Si lo anterior fuera cierto los libertarios seríamos los primeros en oponernos. Pero esto no es así. Hay una gran diferencia. El carpintero no te pertenece y es obvio que tú tampoco le perteneces a él sólo por beneficiarse intercambiando dinero por un trabajo de forma voluntaria. ¿Alguno de ellos se vuelve menos humano por eso? ¡NO! Todo lo contrario, el intercambio voluntario los dignifica a ambos. Las personas no tienen precio en este sentido, las mercancías si. El trabajo es una mercancía, tu trabajo vale, el trabajo del carpintero vale y por lo tanto es válido asignarles un precio.

El carpintero es dueño de su habilidad y eso significa que, en principio, él es el único que puede ponerle precio a su habilidad: el precio que quiera. Sin embargo, es cierto, no puede ponerle un precio por debajo de la incomodidad que está dispuesto a pasar. El carpintero no puede vender su habilidad al precio de un librero cuando por el mismo tiempo y esfuerzo podría hacer dos o más libreros. El carpintero tiene que hacer un cálculo. Si él no gana nada estaría intercambiando una incomodidad por otra. Si el carpintero fija su precio pero tú no puedes o no quieres pagar esa cantidad entonces el carpintero es libre para rechazar el trabajo porque no le conviene. Y en este caso no hay acuerdo y ninguno pierde nada. Tú conservas tu dinero y el carpintero no desperdicia su tiempo y esfuerzo en un trabajo donde no obtendrá ganancia. Si otro carpintero acepta hacer el mismo trabajo por la paga que ofreces no le está quitando al primero el trabajo que rechazó. Lo que ocurre es que existe un cálculo distinto. Por alguna razón al segundo carpintero sí le conviene aceptar el trabajo y la cantidad que tú ofreces. Por ejemplo, el segundo carpintero quizá conoce donde comprar madera a un precio más barato que el primero o es más veloz que el primero para realizar el mismo trabajo o inventó una técnica que le ahorra tiempo y esfuerzo o simplemente tiene el deseo de mostrar su habilidad construyendo un librero como el que tú has diseñado.

En tu caso, tú como cliente vas a comprar la habilidad de un carpintero para que te haga un librero al mejor precio en relación a la comodidad. Si tú consideras que pagar el precio que el carpintero le ha puesto a su habilidad es una incomodidad muy grande comparada con el beneficio que te dará el librero terminado pues simplemente buscas otro carpintero. Si no encuentras ningún carpintero pues tendrías que considerar adquirir la habilidad para hacerlo tú mismo o ser menos mezquino y soltar más billete o trabajar más para reunir el dinero necesario si acaso no lo tienes. En un intercambio voluntario cada participante hace su cálculo y si considera que no gana no participa de dicho intercambio. Claro que hay gente deshonesta y los intercambios no siempre suceden como uno espera. Pero si eso ocurre no vuelves a hacer tratos con esa persona que te estafó. En un mercado libre se corre la voz sobre la gente deshonesta y ésta no puede hacer de engañar a otros un negocio a largo plazo. Algo similar a esto ocurre con el sistema de calificación del sitio de Internet precisamente llamado Mercado Libre.

Los libertarios estamos a favor del intercambio voluntario y nos oponemos a que la intervención de un tercero obligue a quien sea a participar un intercambio en contra de su voluntad o a prohibirle participar en uno. Pero concluyo con esta parte:

El trabajo es una mercancía y al rechazar este hecho nuestro amigo comunista niega el poder y la propiedad que el trabajador tiene sobre su propia fuerza de trabajo o su habilidad. Al rechazar que el trabajo sea una mercancía también niega el derecho que el trabajador tiene de vender o alquilar su habilidad al mejor postor, es decir, de obtener el mejor precio posible en el mercado.

Va la segunda serie de ideas del punto (5). Cito:

…tienes que trabajar unas horas en el día y otras en la tarde porque no te alcanza para pagar la luz el agua el carro la comida, y así se te va el día y apenas y te alcanza para recuperar energías, para el siguiente día seguir con la misma rutina. Tú crees que eso es voluntario?

Voy a valerme de un truco retórico y responder primero con otra pregunta:

¿Quién te obliga a tener servicio de energía eléctrica (luz), servicio de agua potable, automóvil y alimento? Además, no decía el amiguito comunista que lo mejor era vivir con lo necesario. Excepto el alimento y el agua (agua sucia la mayoría de las veces) ni la energía eléctrica ni el automóvil estuvieron al alcance de los hombres (¡No existían!). Pero además, en nuestra era, tanto el agua como los alimentos, la energía eléctrica o el automóvil cuestan la fuerza de trabajo, el tiempo y el esfuerzo de otros hombres que trabajan en su producción o mantenimiento. Esta es la razón por la que no pueden ser servicios y productos “gratuitos” o “muy baratos” porque eso supone precisamente lo que el comunista denuncia: la explotación o la esclavitud de otros.

Hago un paréntesis para advertir una cosa simpática: El comunista pretende tener gratis o muy barato lo que ningún rey de antaño soñó poseer pues de no ser así el inocente se convierte en una “víctima de la maquinita devoradora”.

Continúo:

Nuestro amiguito acusa al mercado por el alto precio de los bienes y los servicios. Pero él ignora que una de las consecuencias del mercado libre es el equilibrio de precios. Este equilibrio de precios es lo que a la larga hace posible que aquello que ayer era un lujo sólo para los burgueses hoy hasta el barrendero lo posea. Un ejemplo de lo anterior: El teléfono celular. Esta es una de las razones por las que yo, al contrario del comunista, me he suscrito a la idea de que la dinámica de la competencia, la oferta y la demanda en un mercado libre es el mejor sistema que tenemos para equilibrar los precios (un sistema de precios libre) y generar beneficios a largo plazo. Debemos considerar que el esfuerzo, el trabajo o la energía necesaria para producir un bien o servicio cambia de acuerdo al lugar, la situación y el momento. Lo opuesto a un sistema libre de precios es un sistema de precios fijo como el regulado por una planificación central. Pero este sistema de precios fijos no puede adaptarse bien a las condiciones cambiantes. Repito: los precios no pueden estar fijos porque las condiciones en que se produce un bien o servicio siempre cambian: las materias escasean, se encuentran nuevos materiales, se requieren nuevas habilidades, cambia la cantidad de mano de obra en determinado sector, cambian las preferencias o las necesidades del consumidor, etc. Yo no voy a explicar tales cuestiones aquí, para el lego en economía (como yo) recomiendo leer los “Fundamentos de la Ciencia Económica” de Faustino Ballvé, y en Internet buscar sobre el concepto de “precio de equilibrio” y “sistemas de precios”. 

A mi juicio, hasta donde sé y comprendo en este momento, el sistema libre de precios es el que mejor funciona para establecer precios relativamente justos entre quienes decidan intercambiar voluntariamente una mercancía. Escribo “relativamente” pues insisto en que éstos siempre fluctúan de manera natural: no existe algo parecido a un equilibrio óptimo. A pesar de esta fluctuación, para mí el mercado libre permite el intercambio voluntario y la obtención de una ganancia justa, al menos así considerada, para quienes participen en él. No creo que sea un sistema perfecto pero, pero es el mejor para el interés de cada quien. Lo es incluso para las niñas de Indonesia.

Entramos con esto a la parte del “paquete de ideas” donde el comunista usa la falacia de apelar a la emoción (una falacia que nunca falta). El comunista incurre en esta falacia cuando nos menciona a las niñas de Indonesia que trabajan muchas horas en condiciones miserables a cambio de un pago también miserable. Advierto que es difícil evadir una falacia que apela a la emoción porque de hacerlo se nos puede acusar de promover la situación que “tristemente” se denuncia. No todo lo que apela a la emoción es necesariamente una falacia. Pero en este caso lo es porque el comunista omite explicarnos las causas que originan esta dramática situación y da por hecho que este drama es producto del “capitalismo”. El “capitalismo”, según él,  convierte a cada niño de Indonesia, e incluso a cada uno de nosotros, en un “preso del mercado”.  El hecho descrito puede ser real o no. Te invito a suponer que es real, pero ¿cuáles son sus verdaderas causas? Describir una situación terrible para luego adosarla, sin ninguna explicación, como una aparente consecuencia lógica de aquello con lo que no estamos de acuerdo es un recurso falaz y deshonesto. Si el el comunista tuviera la honestidad intelectual debería por lo menos preguntarse si entre el escenario que describe y la causa que señala existe alguna consecuencia lógica. Yo le sugeriría que se hiciera algunas preguntas, preguntas como las siguientes: ¿Cuántas libertades económicas se tienen en Indonesia? ¿Quién regula su economía? ¿La situación descrita es únicamente una de la dinámica del libre mercado o también de la intervención del Estado de Indonesia?

Yo te invito a suponer el peor escenario para la postura libertaria: las niñas de Indonesia trabajan en condiciones miserables por culpa única de la “máquina devoradora del mercado”. Ya que el amigo comunista no señala que las niñas sean obligadas por la fuerza a trabajar en las condiciones que describe (una acción por la que los Estados se han destacado históricamente), voy a suponer que lo que él implica es simplemente que las niñas no tienen una mejor opción. No trabajan allí por la fuerza sino porque no tienen otra opción. De acuerdo, pero si las niñas no tienen otra opción más que trabajar allí donde se les explota significa:

a) Que sólo hay unas cuántas empresas, fábricas o fuentes de empleo

Ó

b) Que existen múltiples fuentes de empleo pero todas son propiedad de los mismos explotadores.

El problema para el argumento del comunista es que en cualquier caso Indonesia no tendría un mercado libre. Donde hay mercado libre hay competencia: las empresas y fábricas tienen dueños distintos con posturas e intereses también distintos. Donde hay mercado libre es poco probable que existan sólo un puñado de fuentes de empleo.

Si te preguntas: “ajá, ¿pero porqué las niñas deberían trabajar en primer lugar?”. Fácil: Indonesia tiene un Estado y normalmente son las autoridades del Estado las que se atribuyen la facultad de proporcionar el bienestar y asegurar las condiciones que promuevan la calidad de vida a sus ciudadanos, al menos así lo dicen siempre las autoridades a cargo del propio Estado. Por lo tanto, así de manera muy sencilla y chabacana puedo asegurar que el Estado en Indonesia es el principal culpable de la situación de miseria en la que se vive allí. Si el Estado no es capaz de solucionar esta situación, tan jodida que hasta las niñas deben ir a trabajar, pues entonces es culpa del Estado en primer lugar. Si el Estado es incompetente para solucionar las condiciones de miseria, los directivos o gerentes de NIKE, por muy macabros que parezcan al aprovecharse de la mano de obra infantil, por lo menos estarían ofreciendo una opción para las niñas no mueran de hambre. Yo también puedo apelar a la emoción pero hay que tener cuidado con asumir como un hecho que la causa de una situación lamentable se deba a aquello con lo que uno está en desacuerdo. No sin analizar las premisas y la información pertinente. Por esa razón te voy a pedir que tomes lo anterior como un simple supuesto.

En la realidad es probable que la situación económica y general de Indonesia, y en especial las causas que favorecen la pobreza y el empleo de la mano de obra infantil (si acaso es real la situación descrita por el amigo comunista), se deban a una combinación de factores. El Estado podría ser una de ellas. Pero a diferencia del amigo comunista que lanza acusaciones sin verificar lo que dice, yo no puedo (al menos en el momento en que escribo este texto) determinar con precisión cuáles son las causas de la situación económica de Indonesia ni cuál es la realidad de tal situación. Pero tú puedes juzgarlo por ti mismo y para ello te ofrezco sólo un par de enlaces con datos y cifras:

a) Datos generales sobre Indonesia

b) Reporte Global de Competitividad 2012-2013 (Indonesia, pag: 200).

Recomiendo revisar las cifras del Reporte Global de Competitividad 2012-2013 del Foro Económico Mundial. A mi me parece que las cifras de Indonesia no concuerdan con las de un país con un escenario tan jodido como el que nos pinta el amigo comunista. Pero no voy a profundizar en las cifras o a discutir sobre la situación real de Indonesia, soy un lego en economía y me sería muy costoso hacerlo (en tiempo y esfuerzo). Así que aplicaré la ignorancia racional y señalaré únicamente que para determinar las causas de la situación económica de Indonesia, o de cualquier otro país, es necesario (además de analizar las cifras e índices económicos disponibles) evaluar el grado de libertad que existe para intercambiar mercancías voluntariamente o emprender un negocio, pues a menor intervención del Estado mayor libertad y a mayor libertad mayor prosperidad.

Por otro lado, la teoría de la explotación “capitalista” ha sido refutada muchas veces y (aquí un ejemplo). Sin embargo, “el comunista que todos tenemos cerca” siempre tratará de machacarnos con una letanía y miles de argumentos falaces al respecto.

Concluyo esta parte con lo siguiente:

El mercado libre es, tan sólo por definición, precisamente aquel donde los intercambios suceden de manera voluntaria, sin la intervención, regulación o represión de un tercero. Por esa razón el mercado libre opuesto a la explotación.

A continuación te presento ya la cereza en el pastel de la letanía del comunista. Pues resulta que el amigo comunista además de ser un dramaturgo que nos remueve las emociones y es también capaz de provocar la risa con una joya de la comedia como esta:

En el socialismo la única libertad que es reprimida es la libertad de explotar a alguien”.

Puesto que esto ya supera por mucho la letanía del comunista (yo se los advertí desde el inicio). La refutación de esta parte final del punto (5) será la más breve de todo el post. Para ello usaré algo que nuestro amigo parece rechazar con entusiasmo: la obtención de ganancia

Si tú renuncias a obtener una ganancia o una comodidad a cambio de tu trabajo o como recompensa al riesgo que implica una empresa, si tú sufres una incomodidad y sólo obtienes como resultado exclusivamente otra incomodidad o cero ganancia, entonces no eres libre.

Si tú estás obligado a dar siempre lo que tienes. Si tú estás obligado a “regalar” el fruto de tu esfuerzo por el “bien común” (incluidos aquellos que no realizan ningún esfuerzo). Si tú estás obligado a dar siempre más de lo que obtienes y se te prohíbe hasta pensar en obtener un beneficio a cambio de tus incomodidades o se te obliga que aceptes la ganancia como algo inmoral….

entonces no eres libre,

¡Eres un esclavo! 

Si el corazón del comunista abraza el camino de la libertad

su mente avanza en una dirección opuesta :(

 

V. Nota final: 

El sexto punto del amigo comunista no lo voy a comentar. Pero si alguien decide hacerlo debe darse un “chapuzón” en la siguiente algarabía: 

(6) “Ahora bien, en el comienzo cuando se organizaban en colectividad, además de lo hacían que porque querían, lo hacían por necesidad, pues tan pronto como uno consumiera más de lo que le correspondía, estaba condenando a otro a morir de hambre. Y la comuna de parís se origino como un movimiento en CONTRA del capitalismo, y se aplicaron medidas comunistas. y no fue exitosa, duró como dos meses algo así, pues fue reprimida por el Estado capitalista con violencia donde sí mataron a mucha gente”.

 

 

@RaCology

 

 

 


          
        

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