La tecnología de hoy: el culto ancestral de mañana.

Tengo un compañero de trabajo al que le encanta la lectura. Lo ves frecuentemente leyendo un libro distinto. Entre las tecnologías que se lo permiten están: la escritura y la imprenta. Sin embargo, este compañero al que denominaré “Sr. H” es un analfabeto funcional en cuanto al uso de la tecnología moderna: computadoras, teléfonos móviles, Internet, etc. Pero el Sr. H es un analfabeto funcional muy orgulloso en ese sentido: ¡Él lee libros! Para el Sr. H la tecnología de la información actual es un peligro y de hecho una de sus actividades intelectuales favoritas es aprovechar el conocimiento que le generan sus lecturas para argumentar en contra de estas tecnologías. ¡El libro sí! Las computadoras e Internet: ¡NO!

 

Tengo la idea de que personas como el Sr. H siempre han existido desde que el hombre es hombre. El Sr. H que vivió durante la época y en el lugar donde se inventó y empezó el uso de la escritura seguramente fue un maestro de la tradición oral. Ese antiguo Sr. H transmitía la cultura, la experiencia y las tradiciones a través de relatos, cantos, oraciones, leyendas, fábulas, conjuros, mitos o cuentos. Imagínate la indignación que habrá surgido en él al enterarse de la aparición de la escritura. Seguro habrá tenido muy buenos argumentos en contra: la escritura tiene cierta estructura y al plasmarse sobre un medio duradero es más “rígida” o “sintética” en comparación con la forma más “natural” de la tradición oral. Al Sr. H y su misticismo le parece intolerable que un no-iniciado en la tradición oral pueda aprender a leer y entonces recite una epopeya de manera imprecisa e irresponsable sin ningún respeto por la tradición. Para el Sr. H la escritura es una ofensa, una aberración incomparable a la naturaleza mágica del narrador oral. Es así hasta que los siguientes Sres. H encuentran las ventajas y los beneficios de ella, sobre todo si ella les permite el poder de influir en otros.

 

De esta forma nos topamos más tarde con el Sr. H convertido en un amanuense. Este Sr. H vocifera en contra de esa infernal máquina llamada imprenta. ¡Que horror! El libro puesto en las manos de cualquiera. El arte de hacer un libro en manos de los  —nuevamente— no-iniciados. Ahora cualquier hereje puede, sin ningún criterio o responsabilidad, publicar cualquier título impertinente y peor aún: lucrar significativamente con ello.

 

A lo largo de la historia humana el Sr. H se ha ido reciclando en un ciclo interminable de lucha feroz contra la tecnología novedosa e idolatría hacía la tecnología pasada que considera sacra, tradicional e inocua: una manifestación de la falacia llamada argumentum ad antiquitatem.

Es probable encontrar en el futuro a un Sr. H que ame con melancolía la tecnología que hoy conocemos mientras lanza sus ataques contra la realidad virtual, la realidad aumentada, la nanotecnología o lo que sea que exista en los próximos años. El Sr. H se rehúsa a la innovación, la innovación le asusta, la destrucción creativa le provoca paranoia y entonces todo lo pasado es siempre mejor. El Sr. H advierte de los peligros y de la amenaza que la tecnología nueva representa pero olvida los temores infundados o exagerados que los anteriores Sres. H difundían sobre la tecnología antigua que hoy idolatra.

 

Advierto que el Sr. H es más que un simple predicador callejero al que pocos escuchan. ¡Oh, no! El Sr. H puede ser un académico, un profesor, un líder de opinión, una autoridad en cierto arte o materia, un activista famoso, etc. Yo sospecho, por ejemplo, cierta influencia de uno o varios Sres. H en esta señorita, Licenciada en biología, que discutía fieramente conmigo en el Twitter defendiendo lo que ella considera la postura actual, correcta y dominante en la Universidad de donde egresó:

Egresada de ciencias biológicas, ¿en serio creen esto los nuevos científicos mexicanos?

 

La afirmación de la licenciada no sólo es incorrecta, es lógicamente inválida. Traté de demostrárselo llevando al extremo su afirmación. Pero fue incapaz de notar, al menos en nuestra discusión, que no toda tecnología que facilita el desarrollo sustentable es tecnología del pasado ni toda tecnología del pasado permite tal desarrollo o logra superar los beneficios que ofrece la actual.

Aunque cada individuo tiene la responsabilidad de educarse, de cuestionar y cuestionarse a si mismo, no puedo culpar del todo a la señorita. Insisto, me atrevo a suponer que en algún momento de su formación escolar y universitaria se topó con un mentor o un grupo de mentores como el Sr. H. Por supuesto que también los ha escuchado en los medios, pero por lo menos en una Universidad se esperaría, yo esperaría, que hubiera algún tipo de discusión al respecto: profesores y académicos cuestionando la postura del Sr. H. ¿Por qué no sucede? Si me dejo llevar por la conspiranoia podría sospechar que muchos de estos Sres. H diseñan o influyen en los programas de estudio y en el entorno académico de las Universidades o por lo menos de aquella de donde egresó esta chica. Pero evitemos la conspiranoia.

 

El tema que originó la discusión con esta señorita fue el de los transgénicos. Sucede que los transgénicos u Organismos Genéticamente Modificados (OGM) son el producto de un proceso tecnológico que actualmente está siendo cuestionado por diversos grupos de activistas políticos, entre ellos destaca la agrupación de Greenpeace. Ellos promueven, mediante la protesta y el performance estridente, que los OGM son nocivos y representan una amenaza contra la biodiversidad y contra el patrimonio cultural y agrícola de Mesoamérica. En concreto estos señores ecologistas señalan que los OGM son un peligro para el maíz “original”.  No obstante, no existe evidencia científica para afirmar que los OGM son una amenaza a la salud humana y a la biodiversidad, no en la magnitud que ellos dan por sentado. Es más, la misma señorita licenciada —también adepta de Greenpeace— me compartió como evidencia un artículo de la revista Nature (leer aquí). Como dato anecdótico agrego que ella pensó que yo no podría leerlo por estar escrito en inglés, pues su reto fue: “Si acaso es usted capaz de leerlo”. Cuando lo hice encontré que el artículo no respaldaba sus argumentos sino todo lo contrario. Más curioso es que al comentarle que el artículo apoyaba mi punto y era un argumento que ponía en duda las aseveraciones catastróficas de los ecologistas ella respondió que sólo por el hecho de que Nature considerase los cuestionamientos antitransgénicos era prueba de la validez de los mismos (?).

 

Pero pasaré a otro punto de los argumentos de los antitransgénicos relacionado directamente con el pensamiento del Sr. H. En el caso de la afirmación de los activistas que reza: “…los transgénicos amenazan el maíz original” hay que señalar un error de percepción y de conocimiento sobre el maíz. El maíz con mazorca como la conocemos actualmente no es un maíz “original”. En este contexto, el maíz que podemos denominar “original” es el maíz silvestre tal y como se encontraba antes que el hombre en Mesoamérica comenzara a modificarlo genéticamente vía selección artificial. El maíz original carece de mazorca y se llama Teosinte.

El Maíz moderno no es "original", el Maíz original es el Teosinte (sin mazorca):

 

Ahora podemos hacer el ejercicio de imaginar a un hipotético Sr. H viviendo en la época en que alguno o varios hombres mesoamericanos comenzaron a cultivar y experimentar con el Teosinte y seguramente este Sr. H  también se opuso a tal sacrilegio:

 

“¿Cómo se atreven a cultivar y modificar el Teosinte natural y divino sólo para obtener un mayor beneficio de él? ¡Ignoran las consecuencias! ¡Lo que hay que hacer es trabajar más y colectar mayor cantidad de granos: de los pocos, sagrados y simbólicos granos que tiene el Teosinte! ¡Ustedes arrogantes, amenazan el equilibrio cósmico y natural! ¡Ponen en riesgo nuestro destino!”

(Nota: los herederos de este hipotético Sr. H-chamán del Teosinte después tendrían que haberse visto en la necesidad de considerar sagrado y de origen divino el fruto de la experimentación y la selección artificial de aquella sucesión de innovadores que produjo la mazorca del maíz como la conocemos hoy).

Mutatis mutandis, cuando se les señala el error de llamar “original” al maíz criollo-moderno y a sus variedades creadas por selección artificial, los activistas antitransgénicos “argumentan” que la selección artificial es distinta a la ingeniería genética. Ellos no explican la diferencia con fundamento en las cualidades de cada técnica o en su proceso sino que hacen énfasis en la fecha y el lugar de origen. Siguiendo el pensamiento del Sr. H, ellos aceptan como válido e incuestionable que la selección artificial sólo por ser una tecnología previa llevada a cabo en territorio mesoamericano es —evidentemente— mejor y con menos consecuencias nocivas para el ambiente y la salud humana en comparación con la ingeniería genética actual que proviene principalmente de los países desarrollados y de diabólicas empresas transnacionales- capitalistas. No voy a defender o acusar aquí a tales empresas que son cuestionables y que incluso podrían resultar menos capitalistas de lo que ellos creen (y allí está un tema para otra discusión). Aquí quiero finalizar señalando que estos pseudo-argumentos condimentados con un nacionalismo ridículo no son más que la misma racionalización del Sr. H: “todo lo pasado es mejor que lo nuevo“. 

Para el Sr. H y sus adeptos la tecnología presente siempre es un monstruo maligno pero la tecnología actual será, paradójicamente, la tecnología ancestral e inocua que defenderán con fervor religioso el día de mañana.

 

 

También te podría gustar...

5 Respuestas

  1. A.Cinta dice:

    “The illiterate of the 21st Century will not be those who cannot read or write, but those who cannot learn, unlearn and relearn.”
    Alvin Toffler

    Ahora con la velocidad con que surgen nuevas tecnologías tenemos que saber aprender y desaprender a un ritmo más rápido, o quedarnos como el Sr H (prefiero mi Celular Nokia de lamparita) y no todos tenemos acceso a todas las tecnologías por cuestiones económicas, muchos terminaremos siendo los analfabetos del siglo XXI

    • RaC dice:

      La diferencia es que nadie te obliga a ser un analfabeto del siglo XXI. Y recuerda que el “lujo de hoy es la necesidad de mañana”. El telefonito Nokia con lamparita implica una tecnología que ni el más rico del mundo tenía hace dos siglos. Aunque aquí critico la postura dogmática y contradictoria del “Sr. H” lo más lamentable es que bajo la influencia de ludditas como el Sr. H haya quienes exigen que se prohíba el uso de nuevas tecnologías (con el argumento de que son perjudiciales sólo porque son nuevas, es decir, sin verdaderas pruebas que avalen tal cosa). Hoy tú tienes acceso a una tecnología (el “telefonito nokia con lamparita”) que hace tan sólo tres décadas sólo podían tener los Donald Trump (y en una versión más grande, “ladrillo” y sin ninguna lamparita).

  2. Curiosamente, la mayor parte, de quienes defienden este punto de vista (Sr. H) son socialistas que buscan igualdad sin darse cuenta que este tipo de avances solo vuelven un poco mas igual a la gran comunidad mundial en la que vivimos.

    • RaC dice:

      Muchos son socialistas. Este tipo de avances nunca logran igualdad para la comunidad, totalmente no, si logran que un número mayor de personas tenga acceso a tecnologías útiles a largo plazo. La igualdad siempre será un problema, el desarrollo y el beneficio no.

  3. RaC dice:

    Por allí me topé con esta guía para entender los Organismos Genéticamente Modificados y las tendencias de los grupos anticiencia como Greenpeace. Puede ser de utilidad a quien se interese en esta discusión:

    http://fundacion-antama.org/wp-content/uploads/2013/04/Guia-NO-ES-FICCION-ES-CIENCIA-F.-Antama.pdf

Responder a RaC Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *